EL ROSARIO... mi Rosario.

La historia del Rosario es rica en mitos y verdades, ambas se entrelazan para que las generaciones nuevas la disfruten y conozcan su glorioso pasado, por eso me di la tarea de investigar ambos, nuestras leyendas y nuestras realidades, no solo de El Rosario como cabecera municipal, sino de las comunidades que alberga para hacer a un lado el pretexto ese de que no conocemos nuestra historia...
Porque sin pasado no existimos y si no existimos, '¡Que carajos andamos haciendo por estos andurriales?!
Entretejidos aqui la realidad con la ficción con la que nuestros ancestros han aderezado nuestra historia, les muestro aquí mi propia version de los hechos.

FERNANDO BARRAZA

viernes, 25 de enero de 2013

"El Apoderado"

El Apoderado está situado en el Municipio de Rosario (en el Estado de Sinaloa). Tiene 2849 habitantes.

El Apoderado está a 10 metros de altitud.
Su principal fuente de ingresos es la agricultura, principalmente en la cosecha del mango.

“El Apoderado” nació porque el destino es cruel: los que cuentan la historia platican que los terratenientes tenían un encargado de pagar la raya  y cobrar la deuda por lo adquirido en el almacén de ellos  mismos.

Al encargado de estas labores lo llamaban “El Apoderado” porque así lo entendían los jornaleros, pues los dueños decían “eso lo arreglan con mi apoderado” o “vayan con el apoderado” el apoderado despachaba en el edificio que ahora alberga al comisariado ejidal, y así se referían a él; “vamos con el apoderado” o “voy al apoderado”… eran frases constantes y comunes que se fueron haciendo costumbre.

Los días de raya, los pobres trabajadores; aquellos que sembraban la tierra y la cosechaban y dejaban los mejores años, y la regaban con su propio sudor, se acercaban al almacén para hacer las cuentas, y  salían de ahí con deudas eternas y dolores  mas grandes…

Fernando García sabía del dolor de su gente y se enroló entre los trabajadores de la casa grande de don Pedro León, el terrateniente, para darse cuenta de cómo funcionaban las cosas, y cuando estuvo al corriente de cómo se manipulaba todo, empezó a tramar en complicidad con los trabajadores y las familias de ellos, una dulce venganza; entre sus planes estaban recuperar la tierra que trabajaban, creían justo vivir de su trabajo, pensaban que no estaba bien dar riqueza a unos cuantos mientras tantos se morían de hambre y angustia, dejando su salud y su vida entre los surcos bajo el sol inclemente de Sinaloa. Por eso fue que en las noches de luna, Aurora -esposa de Fernando- y sus amigas en silencio y protegidas por la oscuridad cargaban las destartaladas carretas con la vieja vitrola de cuerda y los cigarros hechos a mano, se ponían sus mejores galas y en silente procesión recorrían las playas del pacifico para llegar a pueblos como “El agua verde” o “Barrón” y el “Walamo” donde animaban simpáticas tertulias de las que sacaban fondos para comprar armas y equipo que pronto les serviría para la causa que seguían…

Fernando inmiscuido entre los trabajadores de confianza del patrón conocía el teje y maneje de la casa grande, sabía como el administrador o “El apoderado” se las ingeniaba para que los trabajadores siempre estuvieran en deuda, sabía como las arcas del patrón se ensanchaban y el estómago se le engrandecía, mientras que los que le proporcionaban la riqueza palidecían de hambre allá en sus chozas…

El dolor y la tristeza agobiaban a Fernando, corría el año de 1932, tenían planeado revelarse contra su verdugo ese diciembre, cuando las fiestas de navidad distrajeran a los patrones, cuando el alcohol surtiera efecto y ablandara sus corazones, sin embargo alguien abrió la boca, y puso en alerta al “apoderado”, al patrón y sus secuaces, por lo que al enterarse la gente de Fernando García decidieron aún sin armas suficientes, ni el equipo de defensa necesario para el enfrentamiento, sin más ni más, debían levantarse en armas.

Pero la suerte estuvo de su lado, la unión pudo mas que la fuerza y los de abajo, lograron su objetivo, lo mejor fue que sin necesidad de enfrentamiento físico, porque los oficios levados a la ciudad de México, habían sido leídos y surtido efecto, las cosas marchaban bien… no hubo necesidad de un solo tiro.

Fernando había estado en contacto directo con el gobernador del Estado de Sinaloa promoviendo el nacimiento de un ejido en el que la tierra fuera del que la trabajara, incluso estuvo en contacto con el presidente Lázaro Cárdenas, en uno de esos “ires” y “ venires” fue invitado por su íntimo amigo a beber algunas copas, y esa noche cuando salieron caminando en medio de la oscuridad, al amigo –un tal carbonero-, se le rompió un guarache y se inclinó a recogerlo: esa era la señal; un hombre de apellido siniestro, sacó el arma de entre los arbustos de la loma que hay por el rumbo del actual barrio del cuerno, de ahí surgió el resplandor de los disparos del arma -que había prestado un tal “lelo”-, Fernando intento sacar la pistola que llevaba, porque ya le habían prevenido, sin embargo se llevó las manos al pecho y cayó victima de un agudo dolor y constantes convulsiones, una bala de Fernando dio en el pie del traicionero, por un momento se sintió agredido y tuvo miedo e intentó huir, pero los cazadores fueron en pos suya hasta atraparlo y hablaron con    él  para      convencerlo    de    que    debía    de  ser atendido por un 
médico, mientras esto ocurría, el cuerpo de Fernando era recogido por sus seguidores, cuando estuvo a buen resguardo,  y entre los brazos de su amada esposa pudo dirigir unas palabras a los que ahí estaban, que se contaron por decenas, el les anunció la buena nueva, que ni fue nueva y no creyeron que fuera buena, pero lo escucharon en silencio, con respeto, pues el hombre yacía delirante y moribundo… antes de morir les prometió que la tierra sería de ellos, que su muerte no había sido en vano, que la lucha había rendido fruto, que no perdieran la fe… era el veintitrés de abril del año del señor de 1933.

En tanto Fernando rendía cuentas al creador, los asesinos “curaban” al protagonista principal de aquella traición, nunca se dio cuenta de que el dolor que crecía en su pierna y que se iba recorriendo su cuerpo a través de la sangre, era provocado por el veneno que lo invadía, cuando la muerte tocó su frente, un momento de lucidez le hizo gritar a pecho abierto palabras de perdón, pera era tarde, demasiado tarde, porque dicen y dicen bien, que el “que a hierro mata a hierro muere”, para su mala suerte ya no había tiempo de arrepentimientos, lo hecho ya estaba hecho, Fernando había muerto y ahora estaría a su lado, podría ser que en el cielo, o tal vez el infierno…

La gente perdió toda esperanza y vivían atemorizados y a escondidas por temor a represalias, el terrateniente que para ese entonces era Longinos Crespo y su apoderado estaban a punto de recuperar las tierras pues ya nadie tenía el valor de defenderlas sin su guía, ya nadie era capaz de enfrentarlo y empezaron a dudar de las promesas del líder y resignarse a su destino, pero Aurora y sus amigas siguieron con la lucha enviando cartas y entrevistándose personalmente con los gobernantes para seguir con lo empezado por Fernando, y cuando pareció todo perdido, una luz de esperanza llegó a la pequeña población; el gobernador en persona acompañado de una legión de ingenieros y topógrafos  venían a cumplir la promesa hecha por Fernando.

Era el 21 de noviembre del  año de 1934, un año después de su muerte, cuando  el gobernador Manuel Páez, por órdenes del presidente Lázaro Cárdenas, hizo entrega de títulos de propiedad de las tierras que trabajaban a  los humildes jornaleros, así fue como pasó, así ocurrieron los hechos, así se escribió esa historia, con sangre, lágrimas y sudor, en esta etapa de lo acontecido fue cuando hizo su presencia “El gitano” un asesino a sueldo conocido entonces como el vengador de los ricos… que mató  a diestra y siniestra, pero gracias a los hombres que lucharon de la mano con Fernando García, la gente de “El Apoderado,” tiene una tierra que le da para vivir y su gente se ha vuelto progresista y más trabajadora aún, aquel pequeño ejido, crece, se engrandece y recuerda con agradecimiento la hazaña que le vio nacer, por eso cada año, los días veintiuno de noviembre “El Apoderado” se viste de fiesta para honrar al héroe que le dio la vida, y que dio su vida para que los habitantes de este ejido tuvieran “Tierra y Libertad”.