EL ROSARIO... mi Rosario.

La historia del Rosario es rica en mitos y verdades, ambas se entrelazan para que las generaciones nuevas la disfruten y conozcan su glorioso pasado, por eso me di la tarea de investigar ambos, nuestras leyendas y nuestras realidades, no solo de El Rosario como cabecera municipal, sino de las comunidades que alberga para hacer a un lado el pretexto ese de que no conocemos nuestra historia...
Porque sin pasado no existimos y si no existimos, '¡Que carajos andamos haciendo por estos andurriales?!
Entretejidos aqui la realidad con la ficción con la que nuestros ancestros han aderezado nuestra historia, les muestro aquí mi propia version de los hechos.

FERNANDO BARRAZA

sábado, 18 de febrero de 2012

BONIFACIO ROJAS


(Primera de dos partes)
POR
FERNANDO BARRAZA

Atardecer del sábado 26 de marzo, año del señor de 1622.
Es casi noche, el sol se pone con parsimonia, los cocuyos y las luciérnagas empiezan a aparecer con cautela sobre las hojas de los manglares y sauces de la costa del sur de Sinaloa…
En la enorme hacienda de don Fernando, rodeada de árboles exóticos y peones que van y vienen perfilando sus siluetas en aquel atardecer naranja y ocre, todo mundo está preparándose para la celebración de esa noche.
Adentro en el enorme salón de la suntuosa hacienda, los músicos ensayan melodías de moda de diversos autores mexicanos y distintos ritmos pero especialmente de Don Luis de Narvaez y Carlos Patiño, que eran de los músicos españoles preferidos por Don Fernando, la orquesta también entonaba sones que habían nacido de la mezcla de ritmos traídos por los esclavos africanos y que daban alegría a las tertulias que con frecuencia se organizaban en Aguaverde –así se llamaba la hacienda-.

Noche de ese mismo día.
Las hermosas damas rosarenses, chiametlecas y de lugares aledaños, vestidas con sus enormes vestidos hampones, bailan alegres con los jóvenes asistentes. En esas estaban cuando repentinamente un grito ahoga las notas musicales, es Doña Juana, esposa del caporal de la hacienda, ambos eran amigos íntimos de los patrones, don Fernando y doña Milena. Don Carlos el caporal, visiblemente nervioso y apenado se da cuenta de lo que ocurre y con miles de aspavientos trata de justificar los gritos de su amada que mas que gritos, emite alaridos de pánico y vergüenza, aunque tal acontecimiento era muy común y de poca pena que ocurrieran por aquellos territorios, ya que el parto era visto como algo muy natural por los nativos del rumbo especialmente si eran de descendencia totorame, el resto de los asistentes se aproximan, los unos curiosos y los otros también ante el inesperado acontecimiento…
Doña Juana ya resignada y ante lo inevitable de lo por ocurrir, decide no oponer resistencia sino todo lo contrario para que las cosas salgan bien, la acomedida Matea, sirvienta principal de la hacienda, una mulata de origen inescrutable trata de desparramar a los mirones procurando ventilación y un poco de intimidad para la parturienta en tanto un espigado señor de origen inglés de apellido Sheffields visiblemente nervioso y preocupado se santigua repetidamente con un rosario de perlas negras que contiene una imagen de María la virgen…
Mr. Sheffields, aunque de educación anglicana había abrazado la religión católica de una manera fervorosa nomás habiendo arribado a la nueva España, amén de varias razones, siendo la principal su interés económico y la convivencia en un país tan desconocido para el y su familia.
Los asistentes, tan sorprendidos como entusiasmados tratan de no perder detalle de lo que acontece, en tanto Matea ausculta a doña Juana.
De repente la sirvienta se pone de pie mirando con ojos enormes a la parturienta, se santigua incrédula y emite una frase apenas perceptible;
- ¡ Vigen prudentihíma!, ¡El produto viene con lah patah pa´elante!

EL NACIMIENTO DE BONIFACIO

La angustia se refleja en su rostro y ve a todos lados tratando de encontrar una solución a lo que se aproxima, don Carlos se da cuenta de la perturbación de la mujer y la ansiedad se apodera de él, Matea se arrodilla resignada frente a la parturienta dispuesta a hacer lo necesario, el viejo inglés trata de acomedirse para recibir el rechazo de la preocupada Matea que lo insta a retirarse junto con el resto para que no estorben, sin embargo el extranjero insiste en ayudar con algo y solo se le ocurre poner en las manos de don Carlos aquel rosario que tanto le significaba, para que la virgen ayudara en el mal trance. Don Carlos lo toma solo por conseguir que el viejo se ponga en paz, sin embargo, una vez que lo tuvo en sus manos no le quedó otra mas que encomendarse a la bellísima imagen pendiente de aquellas cuentas.
Con bastante dificultad y ante la ausencia de un facultativo, Matea logra sacar la primera pierna del bebé, sin embargo la otra aparece doblada ante su impotencia, pero la valiente negra consigue atraparla luego de muchos intentos, motivando a la madre para que empuje al pequeño, luego de momentos intensos y eternos, logra aparecer el niño en las manos negras y sangrientas de Matea, quien lo toma orgullosa de su labor y poniéndose de pie con su vigorosa humanidad, lo levanta y le da una nalgada para provocar el llanto del recién nacido, los asistentes se arremolinan alrededor mientras que otras personas de la servidumbre atienden a doña Juana y limpian el suelo para que continúe el bailoteo.
El ingles da un abrazo apasionado y cargado de tranquilidad al nuevo padre, quien orgulloso se acerca a Matea para que le preste al niño.
Con el niño en brazos se acerca a don Fernando y doña Milene para mostrarlo con orgullo, los patrones contentos -que siempre lo han visto como de la familia-, encuentran una razón mas continuar el festejo. Se reanuda el baile y con la música de fondo el inglés se aproxima a la madre del niño y nuevamente pone en sus manos el rosario, mientras la partera y otros de la servidumbre terminan de limpiar el piso.
Sin embargo la supersticiosa negra se detiene en medio de la sala y exclama profética;
- Ete palto no é nomal, si el niño se logra, pueden pasá do cosa, una: que traiga la degracia a la hacienda de aguavelde o la ota: que traiga la buenaventura…
Doña Juana se asusta realmente a pesar de que no es creyente en esas cosas, pero el inglés la consuela recordándole que solo tiene que encomendarse a la virgen que pende del rosario.
En tanto los invitados continúan la diversión y el baile entre comentarios y bromas sobre lo recién ocurrido, los caporales charlan con los patrones, y ahí es donde a doña Milene se le ocurre el nombre de Bonifacio para el recién nacido, puesto que conoce a los padres y piensa que el retoño también será bueno, ya que eso es lo que significa el nombre, además de significar bonito…
BONIFACIO EN BRAZOS DE SU MADRE

Viernes 26 de marzo de 1632.
La mañana transcurre lenta, el sol ilumina los verdes campos de la hacienda, bajo una enorme enramada de chayotes los patrones de Aguaverde se entretienen, la una tejiendo mientras el otro lee, el pequeño Bonifacio con diez años recién cumplidos juega montado en un caballo de palo, a que persigue el ganado, tras él aparece la madre con una enorme torta preparada por la servicial Matea para el cumpleañero y con el rosario que aquel amigable visitante le había regalado el día de su nacimiento, doña Juana explica al infante la historia del rosario y le aclara que cuando cumplió tres años intentó colgarlo de su cuello pero lo tiro a lo lejos, y tenía la confianza de que en esta ocasión ya que era mas grandecito, lo conservara. Sin embargo el niño se resiste, pero la insistencia de una madre obra milagros y una vez habiéndolo convencido que fue gracias a la virgen del rosario que el nació sin problema a pesar de que fue un parto difícil y gracias también a Matea, para evitar hacer la discusión mas larga y ante la tentación del pastel el niño lo coloca en su cuello y corre hacia la mesa de la cocina para pedir su trozo.

Esa misma tarde por la noche.
Sentado a la mesa un impaciente Bonifacio dirige la mirada ansiosa ya a la puerta, ya hacia el corral por la ventana de la enorme cocina, a lo lejos se escucha al padre dar las ultimas instrucciones a los mozos de la hacienda para que encierren el ganado, doña Juana parte el pan en tanto el hombre se desocupa el pequeño Bonifacio comenta con su madre respecto a las creencias y afirmaciones de Matea que asegura que cuando crezca va a ser una persona muy importante, como le ha vaticinado desde su primer año de vida, en virtud que por las señales de mal agüero manifestadas el día de su nacimiento y habiendo sobrevivido a estas, lo mas seguro era que al no haber ocurrido algo lamentable pues debería de ocurrir lo contrario. Bonifacio siempre temiendo y pendiente de las predicciones de la vieja negra y bruja como el la llama casi de cariño, en esta ocasión se muestra preocupado, pues aun teme que el vaticinio se vuelva realidad y se manifiesta negativamente…
Habla de Camilo un pequeño cacique totorame al que Nuño de Guzmán dio muerte por adueñarse de sus tierras según le contaban los viejos trabajadores de la hacienda y de varios temas ante la desesperante espera, de pronto corre hacia la ventana, apenas alcanza a asomarse para gritar a su padre para que se apresure a comer del pan que hizo la bruja. Doña Juana sonriente lo reprende por las palabras y en eso entra el padre riendo ante las ocurrencias del muchacho y aclarando que” para brujas en Chametla” también a modo de guasa, pues de ahí surgían las mas reconocidas curanderas de la región y tenían fama bastante.
Doña Juana se dispone a servir el pan riendo por los comentarios de sus seres amados, cuando repentinamente se lleva una mano al pecho y cae lentamente arrojando a tiempo el cuchillo a un lado suyo, alarmados padre e hijo se acomiden para ver que ocurre y la alarma se adueña de ambos, el niño con lo ojos interrogantes y llorosos y la voz temblorosa preguntando que ocurre a la madre adorada al percibir la preocupación creciente de don Carlos, impotente el padre del niño lo arroja con rumbo a la puerta para que vaya en busca del patrón pero el niño solo atina a llorar arrodillándose junto al cuerpo de la madre.
Ante los gritos entra Matea que como siempre se acomide para ver en que puede servir, entonces don Carlos le pide que la cuide en lo que él va por ayuda, pero ella lo detiene con una mirada angustiosa y una voz como de trueno para decirle que doña Juana dejó de respirar…

Lleno de rabia don Carlos ofende a la pobre Matea en reclamo por lo dicho y ante la necedad de no creer que el ser amado haya dejado de existir, sin embargo la mujer lo confirma y reafirma al repetir ceremoniosamente que la doña Juana está muerta, ante aquellas dolientes palabras el pequeño Bonifacio arremete contra ella golpeando su noble espalda en señal de reclamo por lo ocurrido, el padre lo toma en vilo solo para que el chiquillo patee a la sumisa negra que con lagrimas en los ojos coloca los brazos de la difunta sobre su pecho. Bonifacio no para de culparla por todo lo que la negra ha significado en su vida, en ese momento recuerda con claridad el día de su séptimo cumpleaños cuando le vaticinaría buena fortuna por no haber muerto antes de cumplir los siete ya que era un numero -como muchos- para ella cabalístico el niño, loco de ira no deja de ofender tanto física como verbalmente ante la pena del padre, tanto que obliga a la pobre Matea a Salir de la cocina envuelta en llanto y dejando a padre e hijo junto al cuerpo de la madre muerta.
Ahí permanecen como suspendidos en el tiempo hasta que unos criados llegan a recoger el cadáver acompañados de los patrones el buen don Fernando y su querida esposa doña Milene, el niño ve partir a su madre, todos salen de la cocina en tanto él permanece en silencio en medio de la habitación y su mano recorre su espigada figura desde el estomago hasta su cuello, sus deditos se entrelazan con el rosario y suavemente lo aprisiona con su pequeña mano y súbitamente de un solo tirón lo saca de su cuello para arrojarlo lejos de si, luego lo ve fijamente como reclamándole por lo recién pasado, y da media vuelta con la intención de salir.
Sin embargo, como detenido por un impulso detiene su partida y regresa con paso vacilante para recoger el rosario, entonces aproxima la imagen a su boca y en susurros le pide perdón y con lagrimas en los ojos se lo coloca de nuevo en el cuello con la promesa de no arrancarlo de ahí jamás.

BONIFACIO JUNTO AL CADAVER DE SU MADRE

No hay comentarios:

Publicar un comentario